El cacao de Colombia, pese a ser un cultivo nativo y de larga tradición, tiene retos por delante para alcanzar la prominencia de su contraparte, el café.
Con una producción de 60,000 toneladas de los 5 millones que se cosechan a nivel mundial, el cacao colombiano destaca por sus características únicas de sabor y aroma.
Este producto y su cultivo, reconocido por sus cualidades sensoriales distintivas, posee un potencial comparativo al del café, bien establecido en el mercado internacional.
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“Para que eso suceda existen retos por superar como el aumento del rendimiento, la renovación de los cacaotales envejecidos y muy especialmente entender y conocer en detalle el funcionamiento del árbol para mejorar la productividad y la calidad,” explica la profesora Edna Leiva Rojas, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional.
Marco de presentación
Esto lo dio a conocer durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) 2024. Aquí, la profesora Leiva presentó Ciencia para la cacaocultura, un libro que destila más de 15 años de investigación, abordando desde la física de suelos hasta la arquitectura del árbol.
El libro revela, por ejemplo, la complejidad de la polinización del cacao, donde de las 20 mil a 100 mil flores que produce un árbol al año, solo el 1 % son polinizadas debido a la falta de aroma en sus flores.
“Los libros publicados hasta 2000 hablaban de un tipo de cacao y de una sola forma de sembrarlo. Nosotros proponemos algo distinto, menos demorado y menos riesgoso, produciendo frutos injertos, de distintos colores y tamaños”, argumentó la doctora.
El cultivo de cacao, descrito como de ciclo largo y rentabilidad complicada, requiere aproximadamente cinco años para empezar a producir frutos.
“Si fueran árboles más pequeños, injertados o clonados y con ramas más bajas, su manejo sería más sencillo,” señala Leiva, subrayando la importancia de adaptar la arquitectura del árbol a métodos de cultivo eficientes.
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La investigación ha permitido aumentar significativamente los rendimientos, pasando de 500 kilos por hectárea a potenciales de hasta 5 toneladas por la misma área.
Leiva añade detalles clave sobre la siembra: “tenemos que mirar por dónde brota la semilla y poner esa parte hacia abajo porque si no, el brote da la vuelta y se tuerce, dando como resultado árboles muy grandes y ‘acostados’ con la raíz torcida y con probabilidades de tener rotura de tejido en la base.”
Ayuda al ambiente
El cacao, además de ser un cultivo adaptable a variados tipos de suelos y condiciones climáticas, desempeña un papel importante para el ambiente.
Fija dióxido de carbono y sus hojas maduras, al caer, crean un colchón en el suelo que ayuda a mantener más baja la temperatura y a disminuir la pérdida de agua.
Esto lo convierte en un posible generador de bonos de carbono, proporcionando a los agricultores ingresos adicionales por sus esfuerzos ambientales.
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La obra Ciencia para la cacaocultura se presenta como una herramienta esencial, proponiendo prácticas de cultivo innovadoras que minimizan riesgos y maximizan la producción.
Según concluye la profesora Leiva, “ahora más que nunca, frente a las lluvias o la disponibilidad de la luz, resulta fundamental adoptar estos nuevos enfoques para asegurar la sostenibilidad y eficiencia del cacao colombiano en el futuro”.
Fuente: Agronegocios / Asociación Colombiana de Universidades
