La mosca blanca (Bemisia tabaci) es una de las plagas que más daño causa en el cultivo de hortalizas, y pese a que mide 1 mm de longitud, ataca a unas 250 especies de plantas en la región, causando daños de forma directa e indirecta.
Esta plaga coloca sus huevos en círculos o semicírculos, en el envés de las hojas jóvenes. Al principio, los huevos son blancos, y luego se tornan de color café oscuro.
A una temperatura de promedio de 30 °C, el desarrollo de huevo a adulto puede durar hasta 20 días; sin embargo, a mayor temperatura, este tiempo se acorta. Los adultos machos viven alrededor de 28 días, y las hembras, 60.
La mosca blanca posee un aparato bucal picador-chupador, lo que le permite perforar la superficie de las hojas y tallos para succionar fluidos celulares, incluyendo la savia.
Su control puede realizarse por medio de un manejo integrado, en el que se incluye 5 métodos:
Por último, para evitar resistencia se debe contar con un programa fitosanitario que ofrezca rotaciones de ingredientes activos, así como mecanismo y modo de acción.
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