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10 mujeres transforman su comunidad con agricultura ancestral

agosto 22, 2024
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Graciela García muestra el huerto agroecológico que cultiva junto con el grupo de mujeres. (Foto: Hugo Bulux/Prensa Comunitaria)

Un grupo de diez mujeres del pueblo maya quiché están transformando su comunidad a través de la recuperación de prácticas agrícolas ancestrales, en Cantel, Quetzaltenango, Guatemala.

Lideradas por Carmela Chuc Yac, de 55 años, y Graciela García, de 72, el grupo “Nuevo Retoño” ha implementado huertos agroecológicos que fortalecen la soberanía alimentaria de sus familias.

La resistencia a través de la Tierra

Hace tres años, Carmela decidió alquilar un terreno para comenzar a cultivar siguiendo los principios de la agroecología.

Sin embargo, al inicio, no fue fácil. Las mujeres del grupo, dedicadas principalmente a labores domésticas, veían la siembra como un trabajo adicional.

Pero, con el tiempo, al ver los frutos de su esfuerzo, las mujeres comenzaron a involucrarse más en el proyecto.

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“Este año la producción del huerto disminuyó debido a la tardanza de la lluvia”, comentó Carmela, al mismo tiempo que señaló uno de los obstáculos más importantes: la captación de agua.

La falta de un sistema de riego ha complicado el cultivo. Las mujeres esperaron hasta que la tierra estuviera lo suficientemente húmeda para sembrar, pero los efectos de la sequía se hicieron evidentes.

“Las matas de milpa (plantas de maíz) aún están pequeñas y no han alcanzado el tamaño que un ciclo normal de lluvia permite”, explicó Carmela.

A pesar de estas dificultades, el grupo sigue adelante, cultivando hortalizas como remolacha, cebolla, acelga, repollo, coliflor, zanahoria y algunas hierbas como cilantro y apazote, aunque han tenido problemas con la germinación de algunas semillas.

La remolacha (conocido también como betabel) es uno de los cultivos que el grupo tiene sembrado. (Foto: Hugo Bulux/Prensa Comunitaria)

Agroecología como resistencia

El enfoque agroecológico del grupo implica la producción sin el uso de agroquímicos, elaborando su propio abono orgánico y recuperando semillas.

En la casa de Carmela, han implementado un banco de semillas que las mujeres utilizan para sus huertos familiares. Entre las semillas que conservan están coliflor, apio, cilantro, zanahoria, rábano, ayote, piloy y apazote.

La producción se destina principalmente al consumo familiar, y los excedentes se venden en el mercado local o en mercados campesinos de Quetzaltenango.

Lea: ¿Cómo se conservan las semillas de maíz?

La importancia de este proyecto va más allá de la producción de alimentos.

Las prácticas agroecológicas representan una resistencia frente a la globalización y la industrialización que han llevado a las comunidades a abandonar sus prácticas agrícolas tradicionales.

Las malas prácticas ha desplazado las técnicas ancestrales del pueblo maya, resultando en un aumento de enfermedades, la pérdida de identidad y un incremento en la inseguridad alimentaria.

Carmela Chuc es una de las mujeres que lidera el proyecto Nuevo Retoño en Guatemala. (Foto: Hugo Bulux/Prensa Comunitaria)

Reivindicación de la soberanía alimentaria

Para este grupo de mujeres, la tierra no es solo un recurso; es la madre que alimenta a sus hijos, una visión profundamente arraigada en la cosmovisión maya.

Desde la agroecología, buscan evitar cualquier daño al suelo, al agua y al aire, protegiendo el entorno natural que les sustenta.

“Desde que producimos nuestras hortalizas, hemos mejorado nuestra alimentación, pues sabemos que los productos son más saludables y nutritivos”, señaló Carmela, quien ha participado en escuelas de agroecología y se siente orgullosa de aplicar lo aprendido.

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Por las tardes, Carmela visita el huerto para hacer las tareas respectivas, y siempre está motivando a las mujeres de su grupo para que sigan practicando la agroecología.

Este esfuerzo colectivo ha mejorado la calidad de vida de sus familias y ha fortalecido los lazos comunitarios y la identidad cultural.

Un modelo de sostenibilidad y empoderamiento

El proyecto liderado por estas mujeres es un ejemplo de cómo las prácticas agroecológicas pueden ser una solución viable para enfrentar la sequía y la inseguridad alimentaria.

A través de la implementación de huertos agroecológicos están reivindicando su derecho a una alimentación sana, soberana y empoderan a otras mujeres a seguir su ejemplo.

“Nuestro reto es seguir adelante, a pesar de las dificultades, porque sabemos que lo que estamos haciendo es por el bien de nuestras familias y de nuestra comunidad“, concluyó Carmela, con la firme convicción de que su esfuerzo dará frutos, no solo en sus huertos, sino en la conciencia de quienes las rodean.

Fuentes: Prensa Comunitaria

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