La relación entre la Luna y la agricultura ha sido objeto de interés y estudio desde hace tiempo.
Diversas culturas basaron sus prácticas agrícolas en las fases de la Luna, creyendo que estas influyen en el crecimiento y desarrollo de los cultivos.
Aunque la ciencia no ha llegado a una conclusión definitiva sobre el impacto directo de la Luna en las plantas, la experiencia de generaciones de agricultores ha mantenido viva la tradición de sembrar siguiendo el calendario lunar, según se cita en un artículo del medio argentino El Clarín.
La influencia de la Luna en los cultivos
El concepto de que la Luna afecta los cultivos se basa en la observación de fenómenos naturales como las mareas, que son controladas por la gravedad lunar.
Esta misma atracción gravitacional y la luz reflejada por la Luna se cree que podrían afectar el flujo de savia en las plantas, un líquido importante compuesto por agua, nutrientes y sustancias orgánicas, que circula por los tejidos de las plantas.
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“La savia se moviliza hacia tallos y hojas, lo que provoca un crecimiento más rápido de estas partes de la planta durante la Luna llena”, según explican desde el medio Sistemas Hortícolas Almería.
La savia juega un papel fundamental en el transporte de nutrientes por toda la planta, desde las raíces hasta las hojas y flores.
La creencia popular, respaldada por algunas observaciones empíricas, sugiere que la savia se comporta de manera diferente durante cada fase lunar, lo que ofrece ventajas específicas para distintos tipos de cultivos.
Fases lunares y su relación con la siembra
Las distintas fases de la Luna tienen impactos específicos en el desarrollo de los cultivos:
- Luna nueva: durante esta fase, la Luna no es visible y no refleja luz. Es un momento de descanso para las plantas, ya que la savia desciende y se concentra en las raíces. Esta fase es ideal para realizar tareas de mantenimiento en el cultivo, como el riego y la fertilización, pero no para la siembra.
- Cuarto creciente: La savia comienza a subir hacia los tallos y las ramas, lo que favorece el crecimiento de las plantas que se desarrollan en altura y que dan frutos. Es el momento perfecto para sembrar tomates, pimientos, maíz y habas, entre otros.
- Luna llena: En esta fase, el planeta se ubica entre el Sol y la Luna, haciendo que esta última se vea completamente iluminada. “La savia se moviliza hacia arriba y se acumula en tallos y hojas”, lo que significa que las plantas experimentan un crecimiento acelerado en estas partes. Sin embargo, las raíces no crecen tan rápido, por lo que no es el mejor momento para sembrar plantas que dependen de un fuerte sistema radicular.
- Cuarto menguante: Con la porción visible de la Luna decreciendo, la savia desciende nuevamente hacia las raíces, lo que convierte a esta fase en la más adecuada para sembrar hortalizas de raíz como zanahorias y nabos.
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¿Qué sembrar en Luna llena?
La fase de Luna llena es particularmente propicia para la siembra de plantas que se benefician del rápido desarrollo de hojas y tallos.
Durante esta fase se recomienda sembrar hierbas aromáticas como romero, tomillo, menta y orégano, además de hortalizas de hoja como lechuga, espinaca, acelga y repollo en sus distintas variedades.
Asimismo, las plantas con flor también encuentran un buen momento para su siembra en la Luna llena.
Flores como girasoles, rosas, margaritas y caléndulas se ven favorecidas por la savia concentrada en sus tallos, lo que promueve una floración vigorosa.
Aunque la ciencia no ha comprobado de manera concluyente la influencia de la Luna sobre los cultivos, la tradición y las observaciones empíricas de los agricultores sugieren que seguir las fases lunares puede ofrecer ventajas en la siembra y el cuidado de las plantas.
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Entender cómo y cuándo la savia se moviliza dentro de las plantas puede ayudar a maximizar el rendimiento de los cultivos y a utilizar mejor los recursos disponibles en el suelo.
Por tanto, sembrar en Luna llena, con sus beneficios particulares para ciertos tipos de plantas, sigue siendo una práctica agrícola relevante y valiosa en la agricultura moderna.
Fuente: El Clarín