El cultivo de tomate (Solanum lycopersicum) es uno de los más populares y rentables en la agricultura moderna.
Es originario de los bajos Andes, y su nombre cambia según el país o región en la que se encuentre.
Este artículo ofrece una guía sobre las mejores prácticas en el cultivo de tomate para los agricultores, abarcando desde la selección de semillas hasta la cosecha.
Suelo para el cultivo de tomate
El suelo ideal para el cultivo de tomate debe estar bien drenado y rico en materia orgánica.
Un pH óptimo para el tomate oscila entre 6.0 y 6.8. Es importante realizar análisis de suelo para ajustar los niveles de nutrientes y asegurar un crecimiento vigoroso de las plantas.
Preparación del suelo
- Labranza profunda: mejora la aireación y permite una mejor penetración de las raíces.
- Incorporación de materia orgánica: aumenta la retención de agua y la disponibilidad de nutrientes.
- Enmiendas de cal: ajustan el pH del suelo si es necesario.

Elección de semilla
La elección de las semillas es un factor determinante en el éxito del cultivo. Es recomendable optar por semillas certificadas y de alta calidad.
Las variedades híbridas suelen ofrecer resistencia a enfermedades y mejores rendimientos, aunque también existen variedades tradicionales que pueden ser adecuadas, según las condiciones específicas del cultivo.
Asimismo, existen varios tipos de semillas que pueden agruparse de la siguiente forma:
- Semillas híbridas: Ofrecen alta productividad y resistencia a enfermedades.
- Semillas tradicionales: Preservan la biodiversidad y suelen ser más adaptables a condiciones locales.
- Semillas orgánicas: Producidas sin el uso de químicos.

Siembra
La siembra de tomate puede realizarse en semillero para trasplantar posterior o directamente en el campo.
La primera opción es más común, ya que permite un mejor control de las condiciones iniciales de crecimiento.
La siembra directa requiere una preparación cuidadosa del suelo y un manejo riguroso del riego y la protección contra plagas.

3 formas de realizar la siembra
- Semillero: Permite un control preciso de las condiciones iniciales y facilita el manejo de plántulas.
- Trasplante: Asegura un mejor establecimiento de las plantas en el campo.
- Siembra directa: Requiere un suelo bien preparado y un manejo intensivo del riego.
Etapa vegetativa del tomate
Durante la etapa vegetativa, el tomate desarrolla su sistema radicular y su estructura foliar.
En esta fase, se debe considerar un buen manejo del riego y la fertilización para promover un crecimiento equilibrado.
La poda y el tutorado pueden ser necesarios para garantizar una adecuada ventilación y exposición a la luz solar.

Manejo de la etapa vegetativa
- Poda: Elimina brotes laterales y mejora la ventilación.
- Tutorado: Soporta las plantas y facilita la exposición a la luz solar.
- Control de riego: Mantiene una humedad constante sin encharcamientos.
Etapa reproductiva en el tomate
La etapa reproductiva abarca desde la floración hasta la formación de los frutos.
En esta fase, es importante un manejo adecuado del riego y la fertilización para asegurar un buen cuajado y desarrollo de los frutos.
El control de plagas y enfermedades también es importante para evitar pérdidas en la producción.

3 consejos para el manejo de la etapa reproductiva
- Polinización: Asegurar la presencia de polinizadores o utilizar técnicas manuales.
- Riego controlado: Evitar el estrés hídrico para mejorar el cuajado de frutos.
- Nutrición equilibrada: Mantener un balance adecuado de nutrientes.
Cosecha en el cultivo de tomate
La cosecha del tomate debe realizarse cuando los frutos alcanzan el grado de madurez deseado, lo cual puede variar según el tipo de comprador o mercado objetivo (fresco, industria, etcétera).
La recolección debe hacerse con cuidado para evitar daños en los frutos, y es recomendable realizarla en las horas más frescas del día.

Técnicas de cosecha
- Manual: permite una selección precisa y cuidadosa de los frutos.
- Mecánica: adecuada para grandes superficies, aunque puede dañar algunos frutos.
- Postcosecha: manipulación adecuada para minimizar pérdidas y mantener la calidad.
Fertilización: clave en el rendimiento
La fertilización del tomate debe basarse en las necesidades específicas de la planta y en los resultados de los análisis de suelo.
Los nutrientes clave incluyen nitrógeno, fósforo y potasio, además de micronutrientes como calcio, magnesio y hierro.
Es recomendable el uso de fertilizantes orgánicos y la aplicación de enmiendas orgánicas para mejorar la fertilidad del suelo.

Programa de fertilización
Las aplicaciones de abonos orgánicos y minerales en presiembra es eficaz, además de la suplementación con nitrógeno para promover el desarrollo foliar en etapas iniciales.
Durante floración y fructificación, el aporte de fósforo y potasio para mejorar el cuajado y desarrollo de frutos.
Manejo de malezas
El manejo de malezas es fundamental para reducir la competencia por nutrientes y agua.
Las prácticas recomendadas incluyen el uso de acolchados, la rotación de cultivos y el control manual o mecánico.
Los herbicidas pueden ser una opción, pero deben usarse con precaución para evitar daños al cultivo.
3 estrategias eficaces de control
Las buenas prácticas en el cultivo de tomate buscan incorporar estrategias para controlar las malezas, aquí destacan:
- Acolchado: Reduce la germinación de malezas y conserva la humedad del suelo.
- Control manual: Arranque de malezas de manera regular.
- Herbicidas: Uso controlado para evitar la resistencia y daños al cultivo.

Plagas
Las plagas del tomate incluyen insectos como la mosca blanca, los trips y los gusanos.
Es imperante implementar un programa de manejo integrado de plagas (MIP) que combine métodos biológicos, culturales y químicos para mantener las poblaciones de plagas bajo control.
Principales plagas
El cultivo de tomate, como cualquier otro, está expuesto al ataque e infestación de plagas. Entre estas, hay algunas que son más comunes en la región.
- Mosca blanca: Transmite virus y causa debilitamiento de las plantas.
- Trips: Daños directos y transmisión de virus.
- Gusanos: Daños en hojas y frutos, afectando la calidad y el rendimiento.

Estrategias de control
- Control biológico: uso de enemigos naturales como avispas parasitoides y hongos entomopatógenos.
- Prácticas culturales: rotación de cultivos y eliminación de residuos vegetales.
- Control químico: aplicación de insecticidas específicos en caso de infestaciones severas.
> Continúe explorando: ¿Cómo controlar las plagas del tomate?
Enfermedades en el cultivo de tomate
Las enfermedades del tomate pueden ser causadas por hongos, bacterias o virus. Estas causan daños que pueden incidir en la calidad y el rendimiento de la cosecha.
Se presentan de diversas formas, y su detección a tiempo evita pérdidas a futuro. Entre las más comunes se encuentran:
Enfermedades fúngicas
- Alternaria: Manchas marrones en hojas y frutos, causadas por Alternaria solani.
- Tizón tardío: Causado por Phytophthora infestans, provoca manchas acuosas en hojas y frutos.
- Cenicilla: Polvo blanco en hojas, causado por Oidium lycopersicum.
- Fusarium: Marchitamiento de plantas, causado por Fusarium oxysporum.
- Antracnosis: Manchas negras en frutos, causada por Colletotrichum coccodes.
- Botrytis: Moho gris en hojas y frutos, causado por Botrytis cinerea.
- Mildiu: Manchas amarillas en hojas, causado por Peronospora spp.
- Oomicetos: Incluyen Phytophthora y Pythium, que causan pudrición de raíces.
- Rizoctonia: Pudrición del cuello de la planta, causada por Rhizoctonia solani.

Enfermedades virales
- Virus del mosaico del tomate (ToMV): moteado y distorsión de hojas.
- Virus del rizado amarillo del tomate (TYLCV): hojas rizadas y amarillentas.
- Virus del tabaco (TMV): manchas amarillas y deformaciones en hojas.
Estrategias de control
- Resistencia genética: uso de variedades resistentes.
- Prácticas culturales: rotación de cultivos y eliminación de plantas infectadas.
- Control químico: fungicidas específicos para enfermedades fúngicas.

Rotación de cultivos
La rotación de cultivos es esencial para mantener la salud del suelo y prevenir la acumulación de patógenos y plagas.
Se recomienda alternar el cultivo de tomate con otros cultivos no solanáceos, como legumbres o cereales.
Esta práctica mejora la estructura del suelo, reduce la incidencia de enfermedades y puede aumentar el rendimiento de las cosechas.
Beneficios de la rotación de cultivos
- Mejora la fertilidad del suelo: diferentes cultivos aportan distintos nutrientes al suelo.
- Reducción de plagas y enfermedades: al cambiar de cultivo, se interrumpe el ciclo de vida de muchas plagas y enfermedades.
- Control de malezas: la alternancia de cultivos dificulta el establecimiento de malezas específicas.
Riego en el cultivo de tomate
El riego adecuado es fundamental para el desarrollo saludable del tomate.
La frecuencia y la cantidad de agua dependerán del tipo de suelo y del clima, pero en general, se recomienda un riego profundo y regular para mantener una humedad constante.
Evitar el exceso de agua es importante para prevenir enfermedades como la pudrición de la raíz y el mildiú.

Métodos de riego
Existe diversidad de métodos de riego en la agricultura moderna; sin embargo, los más utilizados en el cultivo de tomate son:
- Riego por goteo: proporciona agua directamente a la zona de las raíces, reduciendo la evaporación y el desperdicio.
- Riego por aspersión: simula la lluvia natural pero puede favorecer la proliferación de enfermedades fúngicas.
- Riego por surcos: adecuado para grandes superficies, aunque menos eficiente en el uso del agua.
Cultivo de tomate: consejos adicionales
El cultivo de tomate requiere de una planificación cuidadosa y un manejo riguroso de todos los factores involucrados, desde la preparación del suelo hasta la cosecha.
Siguiendo las prácticas adecuadas, es posible obtener rendimientos elevados y de alta calidad, contribuyendo así a la sostenibilidad y rentabilidad de la explotación agrícola.