La etapa reproductiva del maíz (Zea mays) es un periodo determinante dentro del ciclo del cultivo, ya que en ella se define el número de granos por mazorca y su peso final, lo que establece directamente el rendimiento por hectárea.
Esta fase inicia con el desarrollo de las estructuras reproductivas y concluye con la madurez fisiológica del grano, abarcando una serie de subetapas fenológicas que se conocen comúnmente como R0 a R5 (algunos autores incluyen R6).
Durante este periodo, se llevan a cabo procesos de floración, polinización, fecundación y llenado del grano, todos los cuales requieren condiciones adecuadas de humedad, temperatura y nutrición.
Cualquier alteración en esta etapa, ya sea por estrés hídrico, térmico o nutricional, puede reducir de manera importante la producción.
El maíz, al ser una planta anemófila, depende en gran medida de la sincronía entre las flores masculinas y femeninas para lograr una polinización eficiente.
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R0 o floración masculina
El desarrollo reproductivo comienza con la aparición de la inflorescencia masculina, ubicada en el ápice del tallo principal.
Esta estructura, conocida como panícula o espiga masculina, está formada por numerosas espiguillas que contienen los órganos florales masculinos.
Cada espiguilla produce floretes con tres anteras, las cuales liberan millones de granos de polen cuando alcanzan la madurez.

La liberación del polen está regulada por la humedad relativa, la temperatura y la velocidad del viento. Su viabilidad es corta, generalmente menor a 24 horas.
En condiciones óptimas, una planta puede liberar entre 2 y 25 millones de granos de polen, lo cual supera ampliamente las necesidades para fecundar todos los óvulos de una mazorca.
Durante esta fase, una de las principales limitantes es la desincronización entre la flor masculina y la femenina, que ocurre cuando el polen se libera antes de que los estilos estén receptivos.
Esta situación es común bajo condiciones de estrés hídrico o temperaturas elevadas.
R1 o floración femenina
Se considera que la planta entra en R1 cuando emergen los estilos (estigmas) desde la envoltura de la mazorca.
Cada estilo corresponde a un óvulo, y para que se forme un grano debe ser fecundado por un grano de polen compatible.
El grano de polen que aterriza sobre el estilo germina y forma un tubo polínico que desciende hasta alcanzar el óvulo.

Este proceso suele completarse en menos de 24 horas. La receptividad de los estilos es limitada y decrece con el tiempo, lo cual acorta la ventana para lograr una fecundación efectiva.
El mayor riesgo en esta etapa es el fallo en la polinización, ya sea por poca viabilidad del polen, desecación prematura de los estilos, o falta de sincronía entre ambos órganos reproductivos.
Las regiones apicales de la mazorca, conocidas como chilote, son las más propensas a presentar granos vacíos debido a su emisión tardía de estilos.
R2 o ampolla
Aproximadamente entre 10 y 14 días después de R1, se inicia la formación visible del grano.
El óvulo fecundado comienza a desarrollar el embrión y el endospermo, originando estructuras similares a ampollas transparentes.
El grano contiene alrededor de un 85 % de humedad y aún no ha acumulado sólidos de forma apreciable.
Sin embargo, ya se han iniciado los procesos celulares que definen su estructura interna. En este momento, la planta comienza a trasladar nutrientes hacia la mazorca a través del floema.
Durante esta subetapa, la planta atraviesa un punto crítico de balance energético.
Si los recursos disponibles no alcanzan para sostener el desarrollo de todos los granos, se produce el aborto de los más jóvenes o menos competitivos, especialmente los ubicados en la parte superior de la mazorca.
R3 o leche (elote)
Durante la etapa de leche, el líquido interno del grano se vuelve blanco y más denso por la acumulación inicial de almidón.
Al presionar el grano con los dedos, este exuda un contenido lechoso característico. Es en este momento cuando el maíz suele cosecharse para consumo fresco.
La humedad del grano disminuye a niveles entre 75 y 80 %. La planta todavía depende de una alta tasa de fotosíntesis para sostener el llenado del grano.
La eficiencia del transporte de carbohidratos desde las hojas hacia la mazorca es un factor clave en esta fase.

Aunque el riesgo de aborto disminuye en comparación con R2, todavía puede ocurrir, particularmente en situaciones de déficit hídrico, defoliación temprana o enfermedades que afecten el follaje.
Una pérdida de área fotosintética funcional en esta etapa reduce la cantidad de materia seca que puede acumularse en los granos.
R4 o masa
En esta etapa, el contenido del grano deja de ser líquido y adquiere una consistencia pastosa, producto del avance en la acumulación de almidón y otras reservas.
Este cambio indica que el grano ha entrado en una fase de consolidación estructural.
La humedad del grano desciende a alrededor del 70 %, y el volumen de materia seca comienza a incrementarse de manera más acelerada.

A nivel anatómico, se puede observar un mayor espesor de la pared del grano y una reducción de los espacios intercelulares.
Aunque ya no se espera una pérdida de granos, el ambiente puede influir en su tamaño y densidad.
Condiciones adversas pueden afectar la tasa de llenado y, en consecuencia, limitar el rendimiento final.
R5
Durante R5, el grano inicia su secado natural. La aparición de una muesca en la parte superior del grano, visible principalmente en híbridos dentados, indica que ha comenzado la pérdida de humedad y la consolidación de los almidones.
Esta fase es reconocida como “dentado”.

En este punto, el grano ha alcanzado entre el 90 y el 95 % de su peso seco final. La transferencia de nutrientes hacia el grano se mantiene activa, pero empieza a disminuir.
La actividad fotosintética también decae por el envejecimiento de las hojas.
Se forma una capa negra en la base del grano, señal de que el flujo de nutrientes ha cesado por completo. Algunos autores clasifican esta etapa final como R6, denominada madurez fisiológica.
A partir de aquí, los granos comienzan a perder humedad de forma natural, preparándose para la cosecha.
Importancia de la etapa reproductiva
La etapa reproductiva del maíz es donde se concentra la mayor parte de la inversión energética de la planta.
Estudios agronómicos estiman que hasta el 80 % del rendimiento final se determina entre las etapas R1 y R4.
Cualquier alteración en esta ventana puede tener consecuencias directas sobre la cantidad y calidad del grano.

Uno de los factores más relevantes es la sincronía floral. Una liberación temprana de polen, combinada con una emergencia tardía de los estilos, puede generar espacios vacíos en la mazorca.
Por esta razón, muchos productores optan por mezclar híbridos con diferente tiempo de floración para ampliar la ventana de polinización.
El suministro adecuado de nitrógeno y agua en esta etapa también ha demostrado mejorar la formación de grano y su llenado.
Ensayos en zonas semiáridas han mostrado que el uso de 225 kg N/ha puede optimizar la eficiencia del uso del agua y del nitrógeno, mejorando el peso de grano y el rendimiento total.
Por el contrario, eventos como la sequía en floración, temperaturas superiores a 36 °C o deficiencias nutricionales, limitan la fecundación y la tasa de llenado.
Además, enfermedades foliares o plagas defoliadoras pueden reducir la fotosíntesis, afectando directamente el transporte de asimilados al grano.
Recomendaciones técnicas
Durante la etapa reproductiva, es recomendable:
- Mantener un manejo del riego que asegure humedad estable entre R1 y R3.
- Realizar aplicaciones nutricionales ajustadas, priorizando nitrógeno y potasio.
- Monitorear plagas que puedan afectar hojas o estructuras reproductivas.
- Seleccionar híbridos con buena sincronía floral y tolerancia a condiciones locales.
- Adaptar la densidad de siembra a la capacidad de soporte del ambiente, evitando competencia excesiva por luz y nutrientes.
Una etapa crítica
La etapa reproductiva del maíz es un periodo donde se definen la cantidad de granos, su tamaño y su calidad.
A través de procesos fisiológicos interconectados, la planta convierte su estructura vegetativa en producción.
Un buen manejo en estas fases, especialmente entre R1 y R4, puede marcar la diferencia entre un cultivo promedio y uno altamente productivo.
Comprender cada subetapa permite anticiparse a problemas y ajustar las prácticas agronómicas para obtener mejores rendimientos y mayor estabilidad productiva.