El cultivo de maíz (Zea mays) en nuestra región está expuesto a un grupo de virus y fitoplasmas que comprometen la salud de las plantas, la formación de mazorcas y el rendimiento final.
Aunque los síntomas pueden variar según el agente y el momento de la infección, muchos de estos patógenos comparten vectores similares y formas de manejo en campo.
A continuación se presentan los virus y fitoplasmas más frecuentes en México, Centroamérica, Colombia y Ecuador, con enfoque en su biología, transmisión, síntomas y estrategias de control.
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1. Virus del achaparramiento del maíz
También conocido como Maize Maize bushy stunt phytoplasma (MBSP), es transmitido por la chicharrita (Dalbulus maidis), de forma persistente.

Una vez dentro de la planta, el fitoplasma afecta el desarrollo apical y vascular, provocando enanismo, brotación lateral excesiva, deformación de hojas y mazorcas pequeñas o inexistentes.
En México, estudios han identificado variantes de MBSP en Puebla y Veracruz. Estas cepas difieren genéticamente, lo que influye en la expresión de síntomas.

Control y principios activos
La estrategia se basa en el control del vector. Se recomiendan tratamientos de semilla con insecticidas sistémicos, como imidacloprid, tiametoxam o clotianidina, que protegen la planta en sus primeros estadios.
También pueden realizarse aplicaciones foliares si los monitoreos detectan poblaciones elevadas de saltahojas.
Es importante acompañar el manejo químico con monitoreo frecuente, eliminación de hospedantes alternos y selección de fechas de siembra que eviten la coincidencia con altas poblaciones del vector.
2. Virus del rayado fino (MRFV)
También transmitido por Dalbulus maidis, MRFV provoca punteado clorótico a lo largo de las venas, que evoluciona a estrías finas y clorosis generalizada.
Las plantas afectadas desarrollan mazorcas incompletas o sin polinización, lo que reduce el peso de grano.
Estudios en Ecuador han documentado pérdidas de rendimiento superiores al 40 % en cultivares locales. En Colombia y Centroamérica también se ha confirmado su presencia mediante técnicas moleculares.

Control y principios activos
El manejo es similar al de MBSP: tratamiento de semilla y aplicaciones foliares si es necesario. Nuevamente, se recomiendan imidacloprid, tiametoxam o clotianidina.
Se debe evitar la siembra continua sin rotación y limpiar los residuos de cosechas anteriores para reducir inóculo.
3. Virus del mosaico de la caña (SCMV)
También llamado sugarcane mosaic virus (SCMV) es un potyvirus transmitido por áfidos en forma no persistente.
Causa mosaico foliar, franjas cloróticas en diagonal y pérdida de vigor. Puede aparecer en coinfección con MCMV, formando el complejo conocido como maize lethal necrosis (MLN), donde el daño es mucho más severo.

Control y principios activos
Se recomienda el uso de semillas tratadas con neonicotinoides como imidacloprid o tiametoxam para proteger de la colonización temprana por áfidos.
Si se detectan colonias en campo, pueden aplicarse piretroides o productos selectivos autorizados en cada país.
Reducir malezas gramíneas ayuda a disminuir hospedantes alternos del vector.
4. Virus del mosaico enano (MDMV)
Conocido como Maize dwarf mosaic virus (MDMV), este potyvirus es transmitido por múltiples especies de áfidos.
Los síntomas incluyen moteado clorótico, mosaico, necrosis foliar y reducción en el número o tamaño de mazorcas, especialmente si la infección ocurre en etapas tempranas.
En zonas tropicales donde se siembran gramíneas como sorgo o caña cerca del maíz, el virus se encuentra más fácilmente debido a la persistencia del vector.

Control y principios activos
La base del control es similar: tratamiento de semillas con neonicotinoides y seguimiento del cultivo con monitoreo de áfidos.
Cuando se superan los umbrales, pueden utilizarse insecticidas de contacto o reguladores del crecimiento de insectos.
Rotar ingredientes activos es una práctica recomendada para evitar resistencia.
5. Maize chlorotic mottle virus (MCMV)
También conocido como Maize chlorotic mottle virus (MCMV) se transmite por trips y posiblemente otros vectores como Chrysomelidae.
Aunque puede causar síntomas leves por sí solo (clorosis, necrosis marginal, retraso), en coinfección con potyvirus desencadena maize lethal necrosis (MLN), caracterizada por marchitez, necrosis de hojas, aborto de mazorcas y muerte de plantas.

El MLN ha causado problemas graves en África y Asia, pero su potencial aparición en América Latina preocupa por la presencia simultánea de MCMV y potyvirus.
Control y principios activos
Para reducir el riesgo, se recomienda controlar vectores como trips con insecticidas autorizados (como espinetoram, abamectina o ciantraniliprol), mantener la higiene en el manejo de herramientas, y evitar heridas mecánicas que favorezcan la transmisión.
Se sugiere no sembrar maíz de forma continua en los mismos lotes y eliminar residuos vegetales infectados.
Recomendaciones generales para el manejo del complejo viral del maíz
El enfoque más efectivo no es curativo, sino preventivo, y debe combinar herramientas agronómicas, químicas y de monitoreo.
Las siguientes acciones permiten reducir el impacto de estos virus y fitoplasmas:
- Tratamiento de semilla: protege contra vectores en la fase inicial del cultivo.
- Monitoreo de vectores: la vigilancia periódica permite detectar aumentos poblacionales y aplicar medidas puntuales.
- Rotación de cultivos y eliminación de malezas: rompe los ciclos del inóculo y reduce la población de insectos.
- Uso de variedades tolerantes: cuando están disponibles, ofrecen mejores resultados frente a infecciones tempranas.
- Control químico con productos autorizados y rotación de modos de acción: evita el desarrollo de resistencia.
- Manejo sanitario: desinfección de herramientas, eliminación de residuos infectados, control de gramíneas espontáneas.
Estas acciones deben adaptarse según la región, el historial del lote y los ciclos climáticos que favorezcan la actividad de los vectores.
Reflexiones finales
El cultivo de Zea mays puede contagiarse de variedad de virus y fitoplasmas transmitidos por insectos como saltahojas, áfidos y trips.
Aunque estos patógenos no tienen cura directa, su impacto puede reducirse considerablemente mediante una combinación de prácticas agronómicas, tratamientos preventivos y monitoreo técnico.
La clave está en anticiparse al daño, no en reaccionar cuando ya es tarde.
Aplicar tratamientos de semilla con ingredientes activos como imidacloprid, tiametoxam o clotianidina, acompañar con seguimiento entomológico y evitar condiciones que favorezcan la persistencia del vector permite mantener el cultivo sano y con buen rendimiento.
A futuro, la investigación regional en materiales tolerantes, biocontrol y diagnóstico rápido jugará un papel clave para reducir la dependencia de insecticidas y mejorar la sostenibilidad del manejo viral en el maíz.