La profundidad radicular del maíz influye directamente en el rendimiento del cultivo.
Aunque muchas recomendaciones agronómicas se centran en la fertilización, el riego y las labores superficiales, el sistema radicular determina en buena medida la capacidad de la planta para absorber agua y nutrientes, así como su tolerancia al estrés.
En este artículo exploramos cómo se desarrolla el sistema radicular en Zea mays, qué factores lo afectan y cómo optimizarlo a través del manejo agrícola.
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¿Qué es la profundidad radicular y por qué importa?
La profundidad radicular se refiere al alcance vertical de las raíces principales y laterales en el perfil del suelo.
No todas las raíces se comportan igual: muchas se concentran en los estratos más superficiales, pero las raíces más profundas pueden marcar la diferencia en condiciones de estrés hídrico.
En cultivos bien establecidos, se han registrado profundidades de entre 90 y 175 cm, dependiendo del híbrido y del tipo de suelo (Sciarresi et al., 2024).
Un sistema radicular que explora capas profundas permite acceder a agua y nutrientes que otras plantas no alcanzan, aumentando la estabilidad del cultivo.
En zonas con escasez de lluvias o suelos de baja retención de humedad, este factor puede hacer la diferencia entre una buena cosecha y pérdidas importantes (Haarhoff et al., 2021).
Sin embargo, lo más común es que la mayor parte de las raíces activas se ubiquen entre los 20 y 60 cm de profundidad.
En un estudio con híbridos modernos realizado en China, se observó que la concentración de raíces disminuye progresivamente más allá de los 60 cm, pero aún así su presencia en capas profundas mejora la absorción (Zhang et al., 2023).
Anatomía y tipos de raíces en el maíz
El sistema radicular del maíz está compuesto por raíces seminales, raíces nodales (también llamadas adventicias) y sus ramificaciones.
Las raíces nodales suelen tener mayor grosor y potencial de penetración, dependiendo de su densidad.
Investigaciones recientes señalan que un menor número de raíces nodales, pero más gruesas, favorece el acceso a nitrógeno en capas profundas (Schneider et al., 2021).

La anatomía también influye: características como el grosor de la corteza, la presencia de esclerénquima y la arquitectura cortical permiten que ciertas raíces superen suelos compactados.
Esto se vuelve especialmente relevante cuando el cultivo se desarrolla en suelos arcillosos o con capas endurecidas (Vanhees et al., 2020).
Factores que condicionan la profundidad radicular
La capacidad del maíz para desarrollar raíces profundas depende de múltiples factores:
1. Tipo de suelo y compactación
Suelos con alta densidad aparente o compactación limitan el crecimiento vertical de las raíces.
Bajo estas condiciones, las raíces tienden a expandirse horizontalmente.
Un estudio japonés mostró cómo la dureza del suelo induce una mayor proliferación lateral en lugar de profundización (Shinoto et al., 2021).
2. Perfil de humedad
Cuando el suelo superficial está seco, las raíces tienden a buscar humedad en capas inferiores, estimulando su crecimiento vertical.
Por el contrario, un exceso de humedad en los primeros centímetros favorece el enraizamiento superficial, limitando el desarrollo profundo (Haarhoff et al., 2021).

3. Disponibilidad y ubicación del fertilizante
La colocación de los nutrientes influye directamente en el patrón de crecimiento radicular. Si el fertilizante se aplica en superficie, las raíces se concentran ahí.
En cambio, una fertilización en bandas profundas estimula el desarrollo hacia abajo.
4. Genética del híbrido
No todos los híbridos de maíz responden igual en términos de desarrollo radicular.
Algunas variedades están adaptadas para crecer más en profundidad, mientras que otras priorizan la expansión lateral.
Por lo tanto, la elección del material genético debe considerar el tipo de suelo y el régimen hídrico del lote (Sciarresi et al., 2024).
5. Prácticas agronómicas
- Labranza adecuada: ayuda a eliminar capas compactadas y a mejorar la estructura del suelo.
- Rotación de cultivos: cultivos antecesores como soya o leguminosas pueden dejar macroporos útiles.
- Riego profundo y menos frecuente: promueve la exploración radicular hacia capas más bajas.

Uso de enraizantes para mejorar el sistema radicular
En los últimos años, el uso de enraizantes de aplicación temprana se ha vuelto una herramienta útil para mejorar el desarrollo del sistema radicular.
Estos productos contienen reguladores de crecimiento, aminoácidos y extractos vegetales que estimulan la formación de raíces secundarias y profundización del eje radicular.
Aplicados en etapas iniciales del cultivo, favorecen una arquitectura más robusta y una mayor capacidad de exploración del perfil de suelo, especialmente cuando se combinan con un manejo correcto del riego y la fertilización.
Métodos para estimar la profundidad radicular en campo
Medir la profundidad radicular permite conocer si el manejo está funcionando. Algunas estrategias recomendadas son:
- Muestreo por secciones (soil coring): extraer muestras de suelo a distintas profundidades y observar presencia de raíces.
- Calicatas o pozos de observación: permiten ver la estructura radicular de forma directa.
- Modelos y sensores de humedad: infieren la actividad radicular en función del consumo de agua por capas.

Estas herramientas ayudan a ajustar el manejo en función de los resultados reales en campo.
Recomendaciones para raíces más profundas
- Evita la compactación excesiva con un manejo adecuado de la labranza.
- Aplica enraizantes en etapas tempranas para promover una mejor estructura radicular.
- Ubica el fertilizante en bandas profundas, especialmente nitrógeno y fósforo.
- Riega con menor frecuencia pero mayor profundidad para incentivar el crecimiento vertical.
- Evalúa híbridos con buen comportamiento radicular, según datos de ensayos o estudios.

La importancia de la profundidad de la raíz
La profundidad radicular del maíz no solo es un dato técnico, sino un reflejo del estado del suelo, el manejo agronómico y la genética utilizada.
Si bien la mayor concentración de raíces se encuentra en los primeros 60 cm, el maíz puede alcanzar profundidades superiores a 1,5 m cuando las condiciones lo permiten.
Favorecer un desarrollo radicular profundo permite aprovechar mejor los recursos del suelo, mejorar la resistencia al estrés hídrico y optimizar el uso de fertilizantes.
Un enfoque integral que incluya manejo del suelo, genética, fertilización adecuada y bioestimulantes puede mejorar la eficiencia del cultivo desde la raíz.