Un equipo internacional de investigadores ha desarrollado una solución innovadora que transforma residuos de piña —un subproducto abundante de la industria alimentaria— en un material con potencial para transformar la agricultura en regiones áridas.
Según la investigación publicada en Journal of Bioresources and Bioproducts, este nuevo producto mejora la retención de agua, la estabilidad del suelo y la capacidad de sostener cultivos en ambientes desérticos.
Este avance se presenta en un contexto global marcado por la desertificación, la escasez de agua y la necesidad de producir alimentos en condiciones extremas.
Los desechos de piña, normalmente descartados por las industrias de jugos y hostelería, son convertidos en nanocelulosa mediante un proceso que incluye trituración, tratamientos alcalinos, blanqueo y molienda a escala nanométrica.
Nanocelulosa: un recurso derivado de residuos
El artículo explica que “un estudio publicado en la Journal of Bioresources and Bioproducts mostró cómo las cáscaras de piña […] pueden transformarse en fibras de nanocelulosa con efectos […] sobre suelos arenosos típicos de regiones áridas”. Estas fibras, con dimensiones muy pequeñas, modifican la microestructura del suelo y su interacción con el agua.
La nanocelulosa es un material biodegradable obtenido de la celulosa, presente en las plantas. Investigaciones previas han demostrado su capacidad para retener agua y su gran superficie específica, lo que la convierte en un insumo útil en agricultura y materiales sostenibles.
resultados en pruebas con suelo desértico
Los ensayos realizados en arenas de los Emiratos Árabes Unidos —incluyendo arenas líticas, ricas en cuarzo y calcáreas— revelaron mejoras importantes:
- La retención de agua aumentó hasta un 32,7 %.
- La permeabilidad disminuyó en 58 %, permitiendo que el agua permanezca más tiempo en el suelo.
- Las tasas de evaporación se redujeron a más de la mitad.
- La cohesión y resistencia a la compresión del suelo aumentaron hasta cuatro veces, según el tipo de arena evaluada.
Estos cambios son determinantes en suelos arenosos, donde el agua suele perderse rápidamente. Con las nanofibras, el suelo se vuelve más estable, más resistente al viento y con una estructura que facilita el desarrollo radicular.
efectos en nutrientes y crecimiento de plantas
Además de los beneficios hidráulicos y estructurales, se observó que las enmiendas con nanocelulosa influyen en la dinámica de nutrientes. El fósforo —clave para el crecimiento vegetal— “casi duplicó su permanencia en los suelos enriquecidos con nanofibras”.
Ensayos con plántulas de tomate cherry mostraron:
- Dosis entre 0,25 % y 1 % favorecieron la supervivencia y el desarrollo.
- Dosis del 3 % redujeron la supervivencia, lo que indica que la dosificación debe ajustarse con precisión.
Estos resultados coinciden con otras publicaciones que señalan que las enmiendas basadas en residuos de piña pueden mejorar la salud de los cultivos al incrementar la disponibilidad de agua y nutrientes.
Estabilidad y degradación de las nanofibras
Otro aspecto analizado fue la durabilidad del material. En suelos arenosos, las fibras “conservaron su estructura, mostrando una alta estabilidad”, lo que indica que sus beneficios pueden mantenerse en el tiempo. En cambio, en suelos ricos en compost, la mayor actividad microbiana acelera su degradación, lo que puede aportar materia orgánica adicional.
Bioeconomía circular: de residuo agrícola a insumo útil
Este proyecto se inserta en el concepto de bioeconomía circular, donde los residuos se aprovechan como recursos. La iniciativa permite:
- Reducir la cantidad de material que llega a vertederos.
- Convertir residuos orgánicos en nuevas herramientas agrícolas.
- Apoyar la producción de alimentos en zonas áridas con alta dependencia de importaciones.
El enfoque demuestra que los desechos agrícolas pueden convertirse en soluciones prácticas para sistemas productivos afectados por la falta de agua y la degradación del suelo.
Perspectivas y próximos pasos
Aunque los resultados son alentadores, se identifican aspectos que deben avanzar antes de lograr una adopción amplia:
- Escalabilidad del proceso: se requiere que la producción de nanocelulosa sea rentable y viable para agricultores y gobiernos.
- Evaluación ambiental: es necesario estudiar con detalle sus efectos a largo plazo en ecosistemas áridos.
- Aplicación en distintas regiones: la tecnología debe adaptarse a condiciones locales, tipos de suelo y cultivos específicos.
Aun así, esta investigación abre la puerta a nuevas prácticas agrícolas basadas en residuos y tecnologías de bajo impacto.
Fuente: El Tiempo



