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Cultivan tomates con la mitad de agua

diciembre 1, 2025
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Las investigadoras Cristina Martínez y Purificación Martínez explicaron el desarrollo en el que trabajan. (Foto tomada de Novaciencia.es)

El cultivo de tomate enfrenta múltiples retos en zonas áridas y semiáridas, como la escasez de agua y la presión sobre los recursos agrícolas.

En este contexto, la introducción de nuevos portainjertos representa una estrategia prometedora para mejorar la eficiencia del recurso hídrico y nutricional.

Un reciente desarrollo del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC), con apoyo de la Fundación Séneca (Región de Murcia) y en colaboración con empresas de semillas, ha logrado reducir a la mitad el consumo de agua y fertilizantes en cultivo de tomate, sin comprometer el crecimiento de la planta ni la calidad del fruto.

¿Qué son los portainjertos y por qué importan?

Un portainjerto es la parte inferior de una planta que, una vez injertada con una variedad deseada, aporta beneficios agronómicos adicionales.

En el caso del tomate, se emplea principalmente para proporcionar resistencia a enfermedades del suelo, fomentar vigor o adaptabilidad a condiciones adversas, y mejorar el aprovechamiento de recursos.

La novedad del desarrollo realizado por el CEBAS radica en la combinación de resistencia y eficiencia.

A diferencia de los portainjertos comerciales actuales, este nuevo material permite obtener rendimientos similares utilizando la mitad del agua y de los fertilizantes habituales.

Un diseño radicular para la eficiencia

Los investigadores han trabajado durante más de diez años en la identificación y desarrollo de un tipo de raíz ideal para este propósito.

A este diseño lo han denominado ideotipo radicular DLT, por sus siglas en inglés: Deep, Low-thin. Esta estructura de raíz se caracteriza por su capacidad para explorar el perfil del suelo en profundidad, con un desarrollo delgado y eficiente, lo que permite maximizar la absorción de agua y nutrientes con menor gasto energético para la planta.

Este modelo mejora el acceso a los recursos disponibles y favorece un equilibrio fisiológico que prioriza la producción de fruto en lugar del crecimiento vegetativo excesivo.

Como resultado, se obtiene una planta más productiva con menos insumos, lo que tiene implicancias directas sobre la sostenibilidad del sistema agrícola.

Ensayos y resultados

Durante las pruebas realizadas en invernadero, los investigadores comprobaron que el nuevo portainjerto permite reducir el fertirriego en torno a un 50 %, sin afectar el desarrollo de la planta ni el rendimiento del cultivo.

En algunos casos, incluso se ha reducido el aporte de nutrientes hasta en un 75 %, manteniendo frutos de calidad comercial.

Los ensayos han incluido más de 200 genotipos de tomate, entre variedades cultivadas y silvestres, con el fin de seleccionar aquellos que mostraran una respuesta óptima ante condiciones de estrés hídrico y nutricional.

Este trabajo de selección ha sido clave para obtener una base genética sólida, capaz de sostener el rendimiento en ambientes de alta exigencia

Aplicaciones prácticas en agricultura intensiva

El uso de portainjertos es común en zonas de agricultura intensiva, como el sureste español, donde los cultivos bajo invernadero requieren una gestión eficiente del riego y la nutrición.

El nuevo portainjerto se perfila como una herramienta clave para reducir la presión sobre los recursos naturales, disminuir el impacto ambiental de la agricultura intensiva y, al mismo tiempo, mantener la competitividad del sector hortofrutícola.

Además, la tecnología podría adaptarse a otros cultivos injertados, como melón o sandía, lo que ampliaría su impacto en la horticultura mediterránea.

Aspectos técnicos y etapa de desarrollo

Actualmente, el portainjerto desarrollado por el CEBAS se encuentra en fase de validación comercial.

Los investigadores prevén que en un plazo de dos a tres años estará disponible en el mercado, una vez se haya completado el proceso de protección mediante patente y se garantice su producción a escala.

El éxito de esta innovación dependerá también de factores como la compatibilidad con variedades comerciales, la adaptación a diferentes condiciones edafoclimáticas y la capacitación técnica de los productores para integrarla adecuadamente en sus sistemas de cultivo.

Por otra parte, aunque los resultados en condiciones controladas son prometedores, será necesario evaluar su comportamiento a campo abierto, donde intervienen múltiples variables que podrían afectar su desempeño.

Potencial para transformar la eficiencia productiva

El desarrollo de portainjertos capaces de producir con menos agua y fertilizantes representa una solución concreta a los desafíos de sostenibilidad en cultivos hortícolas.

Además de mejorar la eficiencia productiva, este tipo de avances permite reducir la huella de insumos no renovables y aumentar la rentabilidad de las explotaciones agrícolas.

También favorece la resiliencia del sistema agrario frente a condiciones de estrés, como suelos con baja fertilidad o restricciones en el suministro de agua, que son comunes en muchas zonas agrícolas.

En definitiva, esta innovación aporta herramientas reales para lograr una agricultura más eficiente y con mayor autonomía en el uso de recursos.

Fuente: Novaciencia.es

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