Los temblores no solo afectan edificaciones, también pueden modificar profundamente la estructura física, química y biológica del suelo, con impactos directos en la productividad agrícola.
A continuación desarrollamos este tema desde múltiples ángulos técnicos.
Licuación del suelo y pérdida de horizontes fértiles
La licuación ocurre cuando se aplican vibraciones intensas a suelos saturados y sueltos, donde el agua entre partículas aumenta la presión y convierte el suelo sólido en fluido.
Este fenómeno puede provocar hundimientos, boquetes y mezclas de la capa fértil con sedimentos pobres, alterando la composición del suelo.
Un estudio de 2019 publicado en Corea del Sur por la revista Korean Journal of Soil Science and Fertilizer, expone que arrozales afectados por un terremoto documentaron pérdidas de nitrógeno, fósforo y materia orgánica disponibles.
Este terremoto ocurrió en el país asiático con una magnitud de 5.5 en la escala de Richter, en noviembre de 2017.
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¿Qué verificar tras los temblores?
- Después de un sismo, realice análisis de estratigrafía y química del suelo para identificar mezclas de horizontes.
- Aplique enmiendas con compost y fertilizantes como fosfato monoamónico para restaurar pH y nutrientes, como muestra el caso de Jono Oge en Indonesia.
Daño a raíces y microfauna del suelo
La estructura del suelo puede comprimirse o fracturarse tras un temblor, dificultando la penetración de raíces y alterando los hábitats de lombrices, hongos y bacterias.
Sin una red radicular sólida y organismos funcionales, la absorción de agua y nutrientes se ve comprometida, reduciendo crecimiento y rendimiento.
Utilice vermicompost o inoculaciones microbianas para favorecer la recuperación de la vida del suelo.
Evite laboreos profundos tras el sismo; conserve restos vegetales en campo para preservar la biota funcional.
Compactación, erosión y degradación estructural
Los sismos pueden compactar temporalmente las capas del suelo, reduciendo su porosidad y permeabilidad, lo cual complica el drenaje y la aireación.
La compactación limitante dificulta las labores agrícolas y puede agravar la erosión en lluvias posteriores, especialmente en zonas inclinadas o con mal drenaje.
Emplee prácticas de conservación de suelo como terrazas, barreras vivas y coberturas protectoras.
Aplique biochar o compost para mejorar la porosidad e infiltración del suelo.
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Consecuencias productivas y calidad del cultivo
Los daños combinados —licuación, microfauna debilitada, compactación y erosión— inciden negativamente en la biomasa, rendimiento y calidad de las cosechas vegetales y frutales.
Se han reportado reducciones de rendimiento de hasta 50 % tras eventos sísmicos fuertes. Además, la compactación reduce la eficiencia del riego y la absorción de nutrientes.
¿Qué se puede hacer?
- Realice ensayos en parcelas testigo y afectadas para ajustar densidades y especies.
- Establezca monitoreo periódico de indicadores del suelo y rendimiento para medir el avance de la recuperación.
Recuperación del suelo y productividad tras un sismo
Diversos estudios confirman que, aunque los efectos de un sismo puedan ser severos, el suelo puede recuperarse mediante prácticas agronómicas adecuadas.
En Jono Oge (Indonesia), tras licuación y aplicación de compost y elementos nutricionales, el pH pasó de 5.7 a 6.4 y la producción de maíz aumentó considerablemente.
Un metaanálisis sobre cambios químicos post-sismo resalta la importancia de realizar análisis de nutrientes y metales pesados para orientar correctamente la recuperación.
Diagnostique el suelo completo tras un sismo. Enmiende con compost, biochar, fertilizantes balanceados e inocule microbiota beneficiosa.
Mantenga medidas de conservación (coberturas, terrazas) y evite laboreos profundos para no agravar el daño.
Consideraciones finales
Los temblores (sobre todo, los de gran magnitud) pueden transformar el comportamiento del suelo, debilitando raíces, estructuras y microbiota, y reduciendo el rendimiento agrícola.
Sin embargo, con análisis técnicos, enmiendas orgánicas, restauración biológica y buenas prácticas de conservación, los productores pueden recuperar la salud del suelo y mantener su productividad.
Esta recuperación requiere inversión, monitoreo y acompañamiento técnico, pero es posible y necesaria para sostener la actividad agrícola ante un entorno sísmico constante, como los temblores ocurridos en Guatemala recientemente.
Fuentes: Research Gate / Korean Journal of Soil Science and Fertilizer / Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)