En la cuenca del río Maipo, uno de los territorios más presionados por la escasez hídrica en Chile, agricultores y especialistas están adoptando nuevas herramientas basadas en datos e inteligencia artificial (IA) para gestionar el agua con mayor precisión.
Este giro responde a la prolongada sequía y a la necesidad de aumentar la productividad sin incrementar el consumo de agua.
Durante una evaluación de campo, la agrónoma Pía González detectó exceso de humedad a 40 centímetros de profundidad en un huerto de almendros.
Con apoyo de una plataforma digital que combina múltiples fuentes de datos, recomendó dividir las aplicaciones de riego en dos sesiones semanales en lugar de una más extensa.
“Lo ideal sería dividir el riego en dos sesiones y espaciarlas un poco”, explicó, recomendación que el productor integró de inmediato en su rutina de manejo.
Kilimo, empresa creadora de esta plataforma, procesa información proveniente de imágenes satelitales, pronósticos meteorológicos, características del suelo y estimaciones de evapotranspiración.
Con ello, calcula planes de riego ajustados para cada parcela y envía alertas cuando el nivel de humedad se aleja de lo esperado.
El sistema convierte el riego en una decisión informada, alejándolo del enfoque tradicional basado únicamente en la intuición.
Chile, el agua y la agricultura: una relación en tensión
La cuenca del Maipo abastece cerca del 80 % del agua potable de Santiago y sostiene parte importante de la actividad frutícola del país.
El sector exportó alrededor de 7.500 millones de dólares en fruta fresca durante 2024.
Este volumen productivo requiere un manejo cuidadoso del agua, sobre todo en un período prolongado de sequía y con una creciente competencia entre usos urbanos y agrícolas.
“La exportación de fruta es exportación de agua en el fondo”, recordó Rosario Gumucio, integrante del equipo técnico en terreno.
La frase resume la necesidad de optimizar el recurso en una zona donde cada temporada se vuelve más difícil sostener los niveles habituales de producción.
Del riego por intuición a la agricultura de precisión
Durante años, muchos productores decidieron cuándo regar basándose en observaciones visuales o rutinas heredadas.
Con la falta de registros formales y la alta variabilidad climática, este enfoque derivaba con frecuencia en un uso mayor del necesario.
El administrador Felipe Pereira lo vivió de cerca: cuando se le pidió regar durante todo un día para “asegurar” humedad, respondió que “la evapotranspiración sigue baja”, respaldado en la información provista por la plataforma.
Su postura marcó un cambio en la forma de razonar las decisiones de riego.
Los resultados fueron evidentes. Varias parcelas bajo su administración pasaron de superar la línea base histórica de consumo a registrar ahorros del orden de 54.000 metros cúbicos en un mes, sin afectar el rendimiento.
Kilimo y el uso integrado de datos
La propuesta de Kilimo se apoya en un conjunto de elementos que permiten analizar el uso del agua con detalle:
- Imágenes satelitales de alta frecuencia.
- Información climática y pronósticos próximos.
- Datos de suelo, incluida la capacidad de almacenamiento de agua.
- Cálculos de evapotranspiración según el cultivo.
- Registros de riego ingresados por el agricultor o captados automáticamente.
Estos insumos se integran para generar un balance hídrico que orienta la dosis de riego semanal, mensual y anual.
Cuando la información sale del rango esperado, la plataforma emite alertas que los agrónomos revisan junto al productor.
La tecnología opera como un copiloto técnico, mientras las decisiones finales siguen en manos de quienes trabajan en el campo.
Inteligencia artificial y agentes en la nube
Para mantener este sistema activo en varios países, Kilimo utiliza infraestructura basada en servicios en la nube. Allí se procesan imágenes satelitales, se realizan cálculos de evapotranspiración y se actualizan las recomendaciones.
La empresa incorporó modelos de IA para organizar documentos, sintetizar datos y acelerar procesos internos.
Se desarrollaron agentes digitales que permiten:
- Responder consultas sobre proyectos de riego.
- Analizar indicadores de ahorro hídrico.
- Gestionar información contractual.
Un agente central coordina la información proveniente de estas herramientas. El objetivo es reducir el tiempo dedicado a buscar datos dispersos y aumentar la claridad en la toma de decisiones.
Medición y verificación del ahorro de agua
El enfoque de Kilimo requiere demostrar los ahorros hídricos con datos verificables.
En los proyectos realizados en la cuenca del Maipo durante tres años, se registraron 1,7 millones de metros cúbicos de ahorro, cifra que aumentó a más de 2,1 millones al integrar sistemas de riego por goteo. Esta cantidad equivale al consumo aproximado de 10.000 hogares en Santiago.
Para establecer estos resultados se emplean elementos como:
- Una línea base construida a partir de los tres años previos.
- Ajustes según precipitaciones registradas.
- Verificación en terreno de los tiempos y métodos de riego.
- Uso de caudalímetros donde existen.
En predios como Lo Herrera, donde se instaló un sistema de medición directa, el consumo por hectárea disminuyó cerca de un 85 % en octubre después de un año de trabajo. “Nos ahorramos harta plata y material”, comentó su administrador.
Incentivos económicos y nuevos hábitos de manejo
Una parte del valor generado se traduce en pagos directos a los agricultores por los ahorros obtenidos.
En el caso de Felipe Pereira, la optimización del riego permitió recibir alrededor de 5.000 dólares anuales como incentivo. Este modelo ofrece un beneficio doble: reduce costos de producción y entrega una compensación por gestionar el agua con mayor eficiencia.
La incorporación de fertilizantes disueltos en el agua —una práctica conocida como fertirrigación— permitió también ajustar la nutrición del cultivo según la demanda real.
Esto redujo el uso de fertilizantes en torno a un 30 %, con efectos positivos tanto en el gasto como en el ambiente.
Transformación cultural en el manejo del riego
Además de la tecnología, se requiere un cambio en las rutinas del campo. Muchos productores están habituados a regar más de lo necesario “por precaución”. Para revertir esa tendencia, el acompañamiento técnico es fundamental.
La adopción suele avanzar en etapas:
- Interés inicial por probar la herramienta.
- Comparación entre recomendaciones y prácticas previas.
- Observación de ahorros sin pérdida de productividad.
- Ajustes más precisos del riego a lo largo de la temporada.
- Expansión del uso de la plataforma a más sectores del predio.
Este proceso genera confianza y permite que el productor vea la plataforma como una aliada, no como un reemplazo de su experiencia.
Mirada hacia el futuro
La situación en el Maipo refleja condiciones que se repiten en otros territorios agrícolas de América Latina: largos periodos de sequía, presión sobre los recursos hídricos y la necesidad de decisiones basadas en información confiable.
El uso de datos y IA ofrece una vía para avanzar hacia un riego más controlado, documentado y con beneficios medibles.
La experiencia muestra que es posible optimizar el consumo de agua sin afectar la productividad y que los incentivos adecuados pueden acelerar la adopción tecnológica, favoreciendo tanto a agricultores como a comunidades dependientes de los mismos recursos hídricos.
Fuente: Microsoft



