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5 avances revolucionan la agricultura

abril 15, 2025
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La llegada de nuevas tecnologías permite a la agricultura optimizar los recursos y mejorar la producción. (Foto: Freepik)

El campo vive una nueva revolución tecnológica que responde a las exigencias de un mundo en cambio.

La presión por mantener la productividad frente a la variabilidad del clima, la reducción de recursos como el agua, y el deterioro del suelo ha acelerado la adopción de soluciones que antes parecían reservadas a la investigación o a grandes empresas.

Hoy, técnicas como el riego eficiente, el uso de microorganismos beneficiosos o la energía solar no solo están presentes en zonas agrícolas de alto rendimiento, sino que comienzan a formar parte del repertorio cotidiano de productores en todo el mundo.

Estas son cinco innovaciones que están marcando un nuevo rumbo para una agricultura más eficiente y responsable con el entorno.

1. Riego por goteo: eficiencia en cada gota

Aunque fue desarrollado en los años 60 por el ingeniero israelí Simcha Blass y la empresa Netafim, el riego por goteo ha cobrado nueva vida en las últimas décadas. Esta técnica aplica el agua directamente en la zona radicular, gota a gota, a través de emisores conectados por una red de tuberías.

El ahorro hídrico puede alcanzar el 70 % en comparación con métodos tradicionales, evitando el uso excesivo de agua y disminuyendo la erosión del suelo. Esta característica lo convierte en una opción ampliamente adoptada en zonas áridas o con baja disponibilidad de agua.

En Perú, su uso se ha extendido a proyectos como Majes-Siguas, Chavimochic y Olmos, siendo clave para la agricultura de exportación. En Chile, su implementación ha sido particularmente útil en frutales, en respuesta a la prolongada sequía de los últimos años.

2. Agricultura de precisión: datos al servicio del cultivo

La agricultura de precisión integra tecnologías como GPS, sensores, drones e imágenes satelitales para aplicar insumos y realizar labores agrícolas con una exactitud inédita. El principio es simple: aplicar solo lo necesario, solo donde hace falta.

Los drones permiten detectar estrés hídrico, enfermedades y deficiencias nutricionales mediante índices como el NDVI. Los satélites, por su parte, ofrecen datos sobre humedad, temperatura y evolución fenológica. La inteligencia artificial y la robótica agregan una capa más: análisis en tiempo real, predicción de plagas, ajuste automático de riego o siembra, y reducción del uso de agroquímicos.

En Argentina, ya se emplean plataformas que analizan imágenes satelitales y datos climáticos para brindar recomendaciones personalizadas. En Brasil, empresas como Solinftec combinan IA, sensores y maquinaria agrícola para mejorar el manejo de cultivos como caña, soja y maíz.

3. Energía solar en el agro: independencia energética

El uso de tecnología solar en zonas rurales ha abierto nuevas posibilidades para productores que buscan reducir costos y minimizar impactos ambientales. Los paneles solares permiten generar electricidad para alimentar sistemas de riego, maquinaria, sensores e incluso refrigeración de alimentos.

Ya no se depende exclusivamente de la red eléctrica ni de combustibles fósiles. Además, con mejoras en el almacenamiento energético, los sistemas pueden funcionar más allá de las horas de luz.

Esta opción es especialmente atractiva en regiones con alta radiación solar, como muchas zonas de América Latina. Al reemplazar generadores diésel, también se reduce la contaminación del aire y se protege la salud del suelo y los cuerpos de agua cercanos.

4. Microorganismos: aliados invisibles pero potentes

El avance en microbiología agrícola ha permitido incorporar organismos benéficos como bacterias, hongos y virus específicos en prácticas cotidianas del campo. Se utilizan para proteger cultivos, estimular su crecimiento o mejorar la calidad del suelo.

Bradyrhizobium japonicum, por ejemplo, se utiliza en la soja brasileña para fijar nitrógeno, reduciendo el uso de fertilizantes sintéticos. En viñedos de Chile y Argentina, hongos como Trichoderma o Beauveria bassiana refuerzan las defensas de las plantas contra enfermedades. En México, Bacillus subtilis y Pseudomonas fluorescens mejoran la salud del suelo en cultivos como jitomate y zanahoria.

Estos organismos actúan sin dejar residuos tóxicos y ayudan a mantener el equilibrio ecológico, evitando la resistencia de plagas y enriqueciendo la fertilidad del suelo. Además, mejoran la estructura y capacidad de retención de agua, lo que permite una mayor estabilidad productiva frente a variaciones ambientales.

5. Agricultura regenerativa: cultivar y restaurar

Con el desgaste progresivo de los suelos y la pérdida de biodiversidad agrícola, muchos productores están optando por prácticas regenerativas como los cultivos de cobertura y la siembra directa (no-till). Estas técnicas buscan mantener o mejorar la salud del suelo en lugar de solo extraer recursos de él.

Los cultivos de cobertura —como el centeno o las leguminosas— se siembran entre ciclos productivos. Protegen el suelo de la erosión, aportan materia orgánica y activan la vida microbiana. La siembra directa evita el laboreo profundo, permitiendo conservar la estructura del suelo y reducir el uso de maquinaria pesada.

Esta combinación mejora la retención de agua y el almacenamiento de carbono, lo cual contribuye a una mayor estabilidad en los rendimientos. En Sudamérica, Argentina y Brasil han sido referentes en la aplicación de estas prácticas, obteniendo mejoras visibles en la productividad y la calidad del suelo.

En Chile, su adopción ha crecido especialmente en frutales de la zona centro-sur, donde se utilizan especies como avena, centeno y leguminosas para mantener cubierto el terreno entre cosechas.

La transformación agrícola ya está en marcha, impulsada por la ciencia, la tecnología y la necesidad de encontrar nuevas formas de producción más cuidadosas con el entorno. Estas cinco innovaciones no solo representan avances técnicos, sino una nueva forma de entender la relación entre el ser humano y el sistema agroalimentario.

El reto ahora es extender estas herramientas a más productores, asegurando acceso equitativo, capacitación y apoyo técnico. Solo así la innovación podrá traducirse en una mejora real en los sistemas agrícolas de todo el mundo.

Fuente: Red Agrícola

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