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Qué hizo retroceder a la chicharrita del maíz en Argentina

diciembre 1, 2025
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Pese a la baja incidencia de la chicharrita en el maíz, los expertos indican que no se debe de bajar la guardia. (Foto tomada de Infobae)

Los más recientes informes de vigilancia realizados por la Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus maidis (coordinada por MAIZAR) muestran un marcado retroceso de la plaga en la mayor parte de las zonas maiceras de Argentina.

Según el relevamiento efectuado entre el 30 de octubre y el 14 de noviembre de 2025, en la región endémica del NOA la chicharrita no fue detectada en el 56 % de las localidades, mientras que en el 27 % restante las capturas fueron mínimas (1 a 4 adultos por trampa).

En el NEA, otra zona tradicionalmente de riesgo, el 69 % de los sitios no registró presencia del vector y el 21 % presentó solo capturas leves.

Regiones no endémicas muestran un panorama aún más alentador: en el Centro‑Sur, el 97 % de las localidades relevadas no presentaron detecciones, y en el Centro‑Norte el 91 % registró ausencia.

Este contexto favorable ha sido respaldado por un conjunto creciente de informes desde mediados de 2025.

Ya en agosto se señalaba que la plaga mostraba un “muy significativo retroceso” a nivel país, incluso en zonas donde históricamente había tenido fuerte incidencia.

Pero, más allá de los números, la pregunta de fondo sigue siendo: ¿qué hay detrás de esta baja incidencia?

Factores que podrían explicar la baja incidencia

Al analizar los datos y los criterios técnicos expresados por los responsables del monitoreo, es posible identificar varias causas potenciales que estarían limitando la expansión del vector:

Uno de los aspectos más mencionados es la reducción de la población del insecto vector.

En zonas históricamente endémicas, los conteos muestran ausencia o registros mínimos de adultos por trampa cromática, lo cual sugiere una menor presión de infestación sobre los cultivos.

También se destaca el rol del estado fenológico del maíz. En muchas regiones, los lotes se encuentran en etapas vegetativas avanzadas o reproductivas, fuera del período de mayor susceptibilidad al ataque de la plaga.

Además, en cultivos específicos como los maíces para semilla o choclo, el manejo técnico puede no favorecer el desarrollo del insecto.

Otro factor relevante sería la menor disponibilidad de hospedantes favorables.

Las condiciones actuales estarían limitando la presencia de malezas o cultivos voluntarios que actúan como refugio para la chicharrita. Esto podría acortar su ciclo biológico y disminuir su capacidad reproductiva.

Si bien los informes no detallan en profundidad el impacto del clima, ciertas condiciones ambientales también podrían haber influido negativamente sobre la biología del insecto, afectando tasas de supervivencia o movilidad.

Finalmente, el monitoreo constante ha permitido detectar y contener tempranamente posibles focos.

El uso sistemático de trampas cromáticas adhesivas, combinado con la eliminación de maíces guachos o plantas voluntarias, sigue siendo una herramienta clave para limitar la expansión del vector.

Por qué los expertos piden no bajar la guardia

A pesar de los datos alentadores, los especialistas advierten que no es momento de relajar los esfuerzos.

El monitoreo debe mantenerse constante y sistemático, incluso en regiones donde hoy no hay registros visibles de la plaga.

Se hace énfasis en que, aun con baja incidencia, pueden persistir focos puntuales en localidades históricas del NOA y el NEA. De hecho, algunos de los sitios relevados mostraron capturas bajas pero presentes, lo que indica que el vector aún no ha desaparecido por completo.

Además, las siembras tardías o la presencia de maíces voluntarios pueden actuar como reservorios para futuras generaciones de la plaga. De no intervenirse a tiempo, esos focos podrían amplificarse en ciclos posteriores.

Por otro lado, el clima y la dinámica agrícola son variables en constante cambio, por lo que una temporada favorable podría ser seguida por condiciones que favorezcan nuevamente al vector.

El mensaje general es claro: el monitoreo temprano, el control de hospederos y la vigilancia fitosanitaria deben continuar, incluso cuando los indicadores son positivos.

Implicaciones para productores y campañas agrícolas

La disminución actual de la Dalbulus maidis representa una buena noticia para la producción de maíz, sobre todo en comparación con campañas anteriores, en las que la plaga causó daños significativos por la transmisión del complejo del achaparramiento.

Este descenso en la presión del vector permite planificar siembras con menor nivel de riesgo, lo que es clave al definir fechas de siembra, selección de híbridos y estrategias de manejo sanitario.

Sin embargo, esta mejora es resultado directo de una estrategia preventiva constante. El verdadero desafío será sostenerla en el tiempo. Si se aflojan los controles, el riesgo puede reaparecer rápidamente.

Aprendizajes para la región

La actual retracción de la chicharrita del maíz se debe a una combinación de factores ecológicos, agronómicos y de manejo técnico, que en conjunto han logrado reducir su incidencia.

Pero la amenaza sigue latente. Para evitar que la plaga recupere terreno, los productores deben sostener el monitoreo, aplicar estrategias de manejo integrado y no subestimar la importancia del seguimiento sistemático, aun en contextos de aparente calma.

Como han señalado los técnicos de la red de monitoreo, la prevención es la herramienta más efectiva para evitar pérdidas. Más que una señal de alivio, este retroceso debe verse como una oportunidad para reforzar las buenas prácticas agrícolas.

Fuente: Infobae

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