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¿Café como abono? El hallazgo que mejora pepinos

noviembre 10, 2025
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El experimento se llevó a cabo en cultivos de pepinos tipo holandés en invernadero. (Foto: Pexels)

El aprovechamiento de residuos agrícolas para mejorar la fertilidad del suelo y la calidad de los cultivos representa una línea cada vez más relevante en la agricultura sostenible.

Un reciente estudio de la Universidad de Granada (UGR), en España, demuestra que los residuos de café —específicamente los posos de café o también desechos sólidos— pueden transformarse en fertilizantes que aportan nutrientes al cultivo de pepino y mejoran la seguridad alimentaria del producto.

Los posos de café constituyen un residuo que genera entre 6 y 8 millones de toneladas anuales en el mundo.

Este volumen de desecho plantea un problema ambiental relacionado con su gestión y al mismo tiempo una oportunidad: reutilizarlos como fuente de materia orgánica o como agentes de mejora del suelo.

El estudio de la UGR aborda esta posibilidad desde dos enfoques: la nutrición vegetal (y por tanto, humana) y la seguridad alimentaria al reducir la presencia de metales pesados en el cultivo.

Metodología del estudio

Los investigadores de la UGR han desarrollado un método que permite convertir los posos de café en fertilizantes eficaces y seguros.

El proceso incluye tratamientos como la activación con hidróxido de sodio y la carbonización hidrotermal.

Como resultado, los posos se transforman en bioquelatos: compuestos orgánicos naturales que “envuelven” y protegen iones metálicos, en este caso enriquecidos con hierro (Fe) y zinc (Zn).

El experimento se llevó a cabo en cultivos de pepinos tipo holandés en invernadero.

Se compararon tres tratamientos: bioquelatos de posos de café, fertilizantes comerciales y un control sin aditivos.

El objetivo era evaluar el aporte de nutrientes y el comportamiento de los metales pesados durante el ciclo del cultivo.

Resultados: nutrición vegetal

Los pepinos cultivados con bioquelatos derivados de posos de café mostraron niveles elevados de hierro y zinc, lo que representa un valor añadido nutricional.

Estos niveles se mantuvieron dentro de los límites de seguridad alimentaria.

Además, se observó una reducción en la concentración de metales pesados como cadmio, mercurio y arsénico.

En el caso del plomo, los valores se mantuvieron estables. Aunque se detectó un ligero aumento de arsénico y cadmio en cosechas tardías, los niveles permanecieron dentro de los márgenes permitidos.

El equipo investigador también calculó la ingesta diaria estimada, concluyendo que el consumo de estos pepinos es seguro para la salud humana.

En palabras del equipo: “Lo que antes era un residuo problemático se presenta ahora como una herramienta prometedora para una agricultura más sostenible, segura y nutritiva, cerrando el ciclo de la economía circular desde la taza de café hasta la mesa”.

Aplicación agrícola y sostenibilidad

Este trabajo plantea una solución técnica viable y se inserta en una lógica más amplia de economía circular.

A diferencia de estudios anteriores realizados en laboratorio o sobre tratamiento de aguas, este ensayo se llevó a cabo en condiciones reales de invernadero, utilizando un cultivo habitual en producción intensiva.

Esto facilita su aplicación práctica en regiones agrícolas del Mediterráneo, donde coinciden el alto consumo de café y el uso de invernaderos.

Los autores también apuntan que esta tecnología podría aplicarse a otras hortalizas, ampliando así su impacto potencial.

Consideraciones para la implementación

A pesar del potencial mostrado, los investigadores reconocen que existen limitaciones prácticas que deben resolverse.

La aplicación manual de los bioquelatos, por ejemplo, resulta poco operativa a escala comercial.

Una posible solución sería desarrollar formulaciones en pellets que se disuelvan con el riego.

También es necesario evaluar el comportamiento del producto en distintas condiciones de suelo, cultivos y climas, así como su viabilidad económica.

Además, debe analizarse su impacto en el suelo a medio y largo plazo, incluyendo aspectos como la salinidad, la microbiota o la acumulación de residuos químicos del tratamiento.

Implicaciones para agricultores y técnicos

Para agricultores y asesores agronómicos, este estudio aporta varias ideas útiles.

En primer lugar, muestra que es posible aumentar el valor nutricional de las hortalizas sin comprometer su seguridad.

En segundo lugar, abre la posibilidad de aprovechar residuos locales como insumos para el cultivo.

En zonas donde la producción de café y la horticultura coexisten —por ejemplo, entornos urbanos e invernaderos—, esta técnica podría integrarse en estrategias de producción más sostenible y de menor costo.

Antes de aplicar este sistema de forma generalizada, es recomendable realizar pruebas locales que consideren tipo de suelo, especie cultivada y sistema de riego.

La validación en campo será clave para trasladar los beneficios del laboratorio al entorno productivo.

Retos y oportunidades futuras

Este estudio plantea nuevas preguntas para futuras investigaciones:

  • ¿Cómo escalar la producción de bioquelatos de forma económica?
  • ¿Qué cultivos se beneficiarían más de este tipo de fertilización?
  • ¿Cómo afecta al equilibrio del suelo y a sus organismos benéficos?
  • ¿Es posible certificar este fertilizante como producto ecológico?

Abordar estas cuestiones permitirá perfeccionar la técnica y facilitar su aceptación por parte del sector productivo.

A medida que crece el interés por los alimentos funcionales, este tipo de enfoques puede consolidarse como herramienta útil para mejorar la calidad del producto y reducir la huella ambiental.

Sostenibilidad agraria

El estudio de la Universidad de Granada demuestra que los posos de café, tratados adecuadamente, pueden utilizarse como fertilizante para mejorar la calidad nutricional del pepino y reducir la presencia de metales pesados.

Este cultivo, ampliamente utilizado en horticultura intensiva, sirve como modelo para pensar en otras aplicaciones posibles.

Más allá del cultivo específico, el enfoque representa una opción alineada con los principios de sostenibilidad, reutilización de residuos y agricultura saludable.

Su éxito dependerá de la capacidad de adaptar esta solución a cada contexto, facilitando su uso, validando su efecto a largo plazo y asegurando que los beneficios técnicos vayan de la mano con una buena gestión agronómica y económica.

Fuentes: Universidad de Granada

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