1. Diversificación de cultivos: introducir diferentes especies en el sistema agrícola mejora la resiliencia y reduce la vulnerabilidad ante plagas y enfermedades.
2. Rotación de cultivos: alternar especies en el mismo espacio a lo largo del tiempo ayuda a mantener la fertilidad del suelo y rompe ciclos de plagas y enfermedades.
3. Sistemas agroforestales: integrar árboles y cultivos en el mismo espacio proporciona hábitats para la fauna, mejora el suelo y promueve la sostenibilidad.
4. Uso de flora nativa: incorporar plantas locales en los bordes o como barreras vivas fomenta la biodiversidad y protege contra la erosión del suelo.
5. Creación de microclimas: diseñar áreas con diferentes especies y estructuras permite generar ambientes favorables para el desarrollo de cultivos y la conservación de organismos benéficos.
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