En el estado de Minas Gerais, Brasil, específicamente en el Valle del Peruaçu, un equipo de investigadores descubrió restos arqueológicos de maíz semi-domesticado (Zea mays).
Estos hallazgos ofrecen nuevas perspectivas sobre el proceso de domesticación de este cultivo tradicionalmente asociado con México.
Según el artículo publicado en la revista Science Advances, los especímenes analizados representan los más alejados del centro histórico de origen del maíz en México jamás encontrados, a más de 7,150 km de distancia.
La domesticación del maíz y su expansión a Sudamérica
Se cree que la domesticación inicial del maíz comenzó hace aproximadamente 9,000 años en México.
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Desde allí, el cultivo se expandió hacia Sudamérica, llegando a la región suroccidental de la Amazonia hace unos 6,000 años; sin embargo, las muestras del Valle del Peruaçu son relativamente recientes, datadas entre hace 1,010 y 500 años.
Los restos, que incluyen mazorcas, pajas y granos, poseen características morfológicas que los acercan al teosinte, la planta silvestre ancestral del maíz.
Uno de los marcadores utilizados para distinguir especímenes domesticados de los semi-domesticados es el número de hileras de granos en las mazorcas.
Mientras que el maíz moderno en Sudamérica tiene entre 8 y 26 hileras, las muestras analizadas tenían entre 4 y 6.
Implicaciones genéticas y culturales
Los investigadores, liderados por instituciones como la Universidad de São Paulo (USP) y EMBRAPA, encontraron que las muestras del Peruaçu están relacionadas genéticamente con la raza Entrelaçado, presente en los estados de Rondônia y Acre.
Según la profesora Elizabeth Ann Veasey, coautora del estudio, “esta es una de las razas originadas en Sudamérica mediante selección de otras poblaciones”.
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Estos resultados subrayan la importancia de las comunidades indígenas en la selección y manejo de rasgos genéticos, contribuyendo al desarrollo de las razas locales actuales.
“Las comunidades tradicionales son las protagonistas de esta historia, diversificando continuamente las variedades existentes”, señaló Flaviane Malaquias Costa, autora principal del artículo.

Arte rupestre y ofrendas funerarias
El Valle del Peruaçu es único, no solo por los restos de maíz encontrados, sino también por las representaciones de cultivos en sus pinturas rupestres.
Además, se hallaron cestas con mazorcas enterradas, posiblemente como ofrendas funerarias, lo que refuerza la conexión cultural y simbólica entre los pueblos antiguos y el maíz.
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Repercusiones científicas y geopolíticas
Este descubrimiento tiene repercusiones para la comprensión del proceso de domesticación del maíz.
Además, una vez que se establezca que la domesticación se completó en Brasil, los recursos genéticos derivados de estas razas podrían dejar de considerarse exóticos, influyendo en tratados internacionales sobre propiedad y conservación.
El análisis arqueogenético en curso, que busca secuenciar el genoma completo de las muestras, promete aportar más detalles sobre el árbol filogenético del maíz y su relación con otras variedades cultivadas.



El maíz, fundamental en Sudamérica
El descubrimiento de maíz semi-domesticado en el Valle del Peruaçu reconfigura nuestra comprensión sobre la expansión y adaptación de este cultivo en Sudamérica.
Además, destaca el papel central de las comunidades indígenas en el desarrollo agrícola, un legado que continúa siendo fundamental en la conservación y diversificación genética del maíz en la actualidad.
Fuentes: EurekAlert / Science