Detrás de una buena taza de café colombiano hay años de trabajo e investigación.
Colombia es mundialmente reconocida por la calidad de su café, y esto no es fruto del azar, sino de décadas de esfuerzo en investigación y desarrollo de variedades que aseguren altos estándares de producción y sabor.
La Federación Nacional de Cafeteros (FNC) ha sido un actor clave en este proceso, gestionando programas de mejoramiento genético y acompañando a los caficultores para enfrentar los retos del clima y las enfermedades.
Clave en la economía local
El café es el producto agropecuario de mayor exportación en Colombia, desempeñando un rol importante en la economía del país.
De hecho, en el segundo trimestre de 2024, el sector agropecuario registró un crecimiento del 102 % del Producto Interno Bruto (PIB), impulsado principalmente por el cultivo permanente de café, que aumentó un 258 % en su valor agregado en comparación con el mismo período de 2023, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
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En el último año, la producción de café en Colombia alcanzó los 1.235 millones de sacos de 60 kg, lo que representa un aumento del 16 %.
Este crecimiento se debe en gran parte a la adaptación de variedades más resistentes y productivas, las cuales permiten a los caficultores mejorar su rendimiento y enfrentar problemas como la roya, una enfermedad que históricamente ha afectado las plantaciones de café en Colombia.
Variedades en Colombia
En Colombia, se cultivan principalmente dos especies de café a nivel mundial: el arábica y el robusta.
Sin embargo, el protagonista indiscutible es el café arábica, un grano que destaca por su forma más alargada, cultivado generalmente por encima de los 1.600 metros sobre el nivel del mar (m s. n. m.).
El café arábica es valorado por su complejidad de sabores y, por ende, su calidad superior en comparación con el café robusta, que crece a altitudes menores y tiene un sabor más amargo.
Dentro de la especie arábica, las variedades más comunes en Colombia son “Castillo” y “Colombia”, que ocupan un 63 % y 20 % del área sembrada respectivamente.
Estas variedades son el resultado de años de investigación en Cenicafé, el centro de investigaciones del café en Colombia, y han sido seleccionadas por su resistencia a la roya y alta productividad.
Álvaro Gaitán, director de Cenicafé, subraya la importancia de estas variedades al señalar que: “La tercera característica es que tiene una calidad de tasa muy buena”.
Asimismo, añadió: “Han sido seleccionadas para lo que llamamos cafés gourmet. Este es un elemento muy atractivo para el mercado internacional”.
Además de estas variedades, también sigue presente la variedad “Caturra”, aunque en menor medida, ya que, a pesar de haber sido clave en el pasado por su facilidad de recolección, es más susceptible a la roya.
Innovación constante
Uno de los mayores problemas que enfrentan los caficultores colombianos hoy en día es el clima.
Las alteraciones en los patrones de lluvias y las temperaturas extremas impactan en el desarrollo del café, por lo que los investigadores de Cenicafé trabajan en la creación de variedades que puedan resistir mejor estos cambios ambientales.
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Ante esto, Gaitán indicó: “Hemos trabajado en evaluar plantas que crezcan bajo temperaturas más altas o mayores cantidades de lluvia”.
Además, comentó: “Tenemos que buscar adaptarnos a esas condiciones y ayudar a mitigar los efectos que tienen en los caficultores”.
El desarrollo de nuevas variedades es un proceso largo que puede tardar entre 15 y 20 años.
Se seleccionan plantas que tengan cualidades deseadas como alta calidad en la taza o resistencia a enfermedades, y se cruzan con otras que toleren mejor el calor o la humedad.
Este esfuerzo continuo permite a los caficultores colombianos adaptarse mejor a las inclemencias del clima y mantener la calidad que caracteriza al café colombiano.
Un sistema único en el mundo
Pocos países en el mundo cuentan con un sistema de mejoramiento genético del café como el de Colombia.
Desde la década de 1970, la Federación Nacional de Cafeteros ha trabajado en este ámbito, logrando avances como la introducción de las variedades “Colombia” en 1982 y “Castillo” en 2005.
Esta última es una versión mejorada de la primera, con mejor resistencia y calidad de taza.
Cada año, los investigadores continúan seleccionando plantas que cumplan con las condiciones deseadas, asegurando así la sostenibilidad y el futuro del café colombiano.
“Realizamos experimentos que nos van a permitir entregarle a los caficultores plantas en dentro de 5 años o 10 años”, resaltó el director de Cenicafé.

Un lugar único
El café no solo es producto de la genética, sino también del terreno y las condiciones climáticas en las que se cultiva.
Colombia, con sus variados pisos térmicos, ofrece un amplio espectro de sabores dentro de la misma variedad, lo que permite obtener cafés con perfiles muy diferentes dependiendo del lugar en que se siembren.
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Esta diversidad es uno de los aspectos que hace al café colombiano tan atractivo a nivel internacional, especialmente en el mercado de los cafés especiales.
En última instancia, la calidad del café colombiano es el resultado de un equilibrio entre buena genética, cuidado en el manejo del cultivo y un adecuado proceso de beneficio.
Cada taza de café que llega a los consumidores es un reflejo del esfuerzo continuo de los caficultores y la investigación detrás del producto.
Claves finales
Colombia sigue siendo un líder en la producción de café gracias a su innovación continua en el campo de la genética y la capacidad de adaptarse a los cambios climáticos.
Las variedades como “Castillo” y “Colombia” han sido claves para mantener la calidad del café colombiano en los mercados internacionales, mientras que la diversidad de terrenos le añade una riqueza de perfiles sensoriales únicos.
El futuro del café colombiano dependerá de seguir desarrollando variedades que respondan a las necesidades tanto del mercado como de los productores, asegurando así la sostenibilidad de este producto emblemático.
Fuente: El Espectador